El tiempo y el mundo

Home

 

Escucho las palabras tuertas de una mujer sin boca,

los sonidos que un sordo no tiene idea de lo que se escucha,

no llores, que los ojos se pueden salir,

unas venas rellenas de odio puro que controlan lo que yo no;

me hacen imaginar la desnudez de algo sin sentido.

 

Ella recorre las calles mostrando su cuerpo de cisne y aullando a la luna llena,

con el dolor del hambre en su interior,

pobres de aquellos que miran solamente por mirar,

que huelen por oler, que viven por vivir,

que no saben que al olvidar sus pensamientos

reciben una muerte instantánea y ruin.

 

La tristeza, el odio, el rencor,

las calles de mi habitación,

y la cara de la gente que no refleja nada,

ellos huelen a llanto por tanto penar.

 

Aplauden los movimientos telúricos del suelo,

porque eso las hace bailar,

moviendo cada uno de sus putrefactos huesos,

las huellas de su aliento no me dejan respirar,

y los pasos de tu voz no me dejan caminar.

 

Pero si nadie dice nada,

y nadie grita algo,

¿por qué escucho tanto ruido?

Cierra los ojos y siéntelo, siéntelo todo.

 

El tiempo, el tiempo, el tiempo,

he descubierto que ése es el problema de todas las cosas.

(2008)

Integrante de la generación 2003-2006.

Prof. Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar